viernes, 17 de abril de 2009

Blanco vs. cebra

Parece que pocoa poco la lluvia va dejandonos algo de margen en el pequeño Bilbao (crucemos dedos, piernas, brazos y todo lo que podamos) y el sol empieza a relucir suavemente, aunque con unas temperaturas más bien bajas todo sea dicho.

Y ahora, al resolillo es cuando el blanco enfermizo de mi piel empieza a destacar después de todo el invierno bajo capas y capas de ropa, así que, antes de que llegue la época de enseñar más piel, es cuando tengo que ponerme manos a la obra. Se acercan los problemas.

Años anteriores, como yo soy más lista que nadie, lo voy dejando, dejando, dejando... y antes de darme cuenta es hora de ponerse el bikini y bajar a la playa. Ahora imaginaos una bonita playa, el sonido del mar, los niños jugando y según paseais vuestra mirada por la arena tostada... ¡¡¡¡¡plaf!!!!! una mancha blanca-azul-verdosa. Esa sería yo. Pero soy muy astuta, si señor, y jamás bajaría a la playa tan... Tan... TAN!! blanca, que para algo vivimos en el siglo XXI y tenemos medios para remediarlo.



¿La manera más rápida y económica de lucir moreno sin pasar por el solarium (a esas alturas del año ya no da tiempo)? las cremas autobronceadoras. Y aquí es cuando la matan. No importa el método que use (toallitas, cremas, cremas hidratantes con color...) de todas-todas me quedo a manchas, más por aquí, menos por allá... Incluso lo he intentado mezclando la crema hidratante con color con más crema hidratante normal, pero ni por esas, así que mi dilema cada año es: soy una mancha blaca-azul-verdosa en la plasya hasta que tome color, o luzco como una cebra. Gran dilema...

Pero este año no me pasa, no... NO!!! este año empezaré poco a poco a ir al solarium desde bien prontito (pretendo comenzar en mayo) e ir adquiriendo progresivamente un moreno divino para cuando me toque lucir vestidos, faldas, camisetas de manga corta o tirantes y el maldito biquini.



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