sábado, 23 de enero de 2010

Mis desastres amorosos (I)

Hace algún tiempo, hablando con mis amigas de amores y desamores, relaciones, rupturas y demás, me preguntaron a que se debía mi falta de confianza para con los hombres. EN aquel entonces Frenchie y yo estábamos bien, pero mi amiga más risueña, esa que sigue con el chico de su vida desde que lo conoció, me pregunté porque no era capaz, estando como yo estaba en el punto a medio camino entre la confianza y la desconfianza, de tomar el camino de confiar. Yo, por acortar, le contesté que cuando te han defraudado varias veces, cuando han roto tu confianza varias veces, esa es la tendencia.

Hoy me puesto a pensar (es lo que tiene el tiempo en cama) sobre esos hombres que alguna vez me la jugaron. Hay más de los que me gustaría recordar, sí, soy muy tonta y me cuesta mucho aprender de mis errores. Pero hay unos que dejaron más huella que otros.

Recuerdo cuando estaba loca por C, él era 18 años mayor que yo. Lo nuestro era un flirteo poco disimulado constante. Para que esconderlo, por aquel entonces yo era bastante cabeza loca y con poco sentido común cuando me pillaba por un tío (eso no sé si ha cambiado mucho). Un día que me armé de valor para sonsacarle algo de… bueno, de algo, porque desde luego no había ningún nosotros, pero yo quería saber de dónde y, sobretodo, adonde dirigía aquel tonteo, me dijo que yo le gustaba mucho, pero que él vivía de la imagen que daba (era profesor de baile, así le conocí), que no podía andar con alguien a quien sacaba casi 20 años, que tenía una imagen que guardar, blablablá… y la cosa quedó ahí. Esto fue más o menos a finales del ‘año lectivo’ y por motivos de salud y estudios dejé de bailar. Cuando, más o menos, año y medio después volví de visita por la academia, él se había casado con una chica que venía a mi misma clase de baile, 2 años mayor que yo. No me enfadé, no tenía sentido, pero me quedé anonadada. Sobre todo porque no fue él quien se acerco y me lo dijo. Casi hizo como que no me había visto, se fue corriendo a otra clase que tenía que dar, y me enteré cuando, al salir la chica del vestuario, sus compañeros le dijeron: ‘Date prisa, que tu marido ya ha salido’. Miré su mano y allí estaba el anillo. No es que me engañara directamente, ni que me hiciera perder la confianza, pero fue un bajón, y en cierto modo, la primera ‘mentira’.

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2 comentarios:

  1. Hombres... no se puede vivir con ellos y mucho menos sin ellos.
    Hay algunos a los que les cuesta mucho llamar las cosas por su nombre y son especialistas en el arte de ..."engatusar" o "revolver la sopa" como le decimos acá, pero a la hora de la verdad, brillan por su ausencia...
    Animo, que todo cambia, y un beso

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  2. llevo todo el dia dando vueltas por tu blog...... hacia tiempo que no me pasaba y no recuerdo si alguna vez comente....
    me han encantado todas y cada una de las entradas que he leido, que han sido bastantes hoy.... siento haber descuidado este rinconcito tan especial....no se volvera a repetir....
    nos seguimos leyendo...
    un besooo enorme
    ...Leende...

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